Como mencionaba en la entrada anterior, el placer generado por la comida está asociado con la liberación de dopamina en el cerebro, mientras que el bienestar y la felicidad se relacionan con la serotonina. Estas dos sustancias químicas juegan un papel crucial en nuestras experiencias y emociones, pues su efecto en nuestro cerebro y en nuestra vida diaria es significativamente diferente y trascendental para nuestra salud o la falta de ella.
Cuando consumimos alimentos que nos brindan placer inmediato, como aquellos altos en azúcares o grasas, se activa el sistema de recompensa de nuestro cerebro y se libera dopamina. Esta dopamina estimula las neuronas y nos proporciona una sensación de satisfacción y placer. Sin embargo, el cerebro tiene un mecanismo de protección para evitar una sobreestimulación constante. A medida que nos acostumbramos a ciertos alimentos o estimulantes, nuestros receptores de dopamina entre las neuronas se desensibilizan y disminuye la conexión entre ellas. Esto significa que para experimentar la misma sensación de placer inicial, necesitaremos aumentar la dosis o la cantidad de alimentos estimulantes que consumimos.
Aquí es donde puede comenzar la adicción, al aumentar la tolerancia a estos estimulantes. Porque medida que buscamos repetidamente el placer a través de la comida, nuestras necesidades aumentan y se genera una dependencia. La necesidad de dosis cada vez más altas para obtener la misma satisfacción inicial puede llevarnos a una espiral de insatisfacción y deseo constante. Además, esta sobreestimulación también puede provocar la muerte neuronal.
Por otro lado, la serotonina, neurotransmisor relacionado con el bienestar y la felicidad, tiene un efecto opuesto en nuestro cerebro.
La serotonina inhibe los receptores entre las neuronas, lo que genera una sensación de calma y estabilidad emocional. A diferencia de la dopamina, la serotonina no se asocia con una búsqueda constante o una necesidad creciente de estimulación. Más bien, se relaciona con la sensación de satisfacción duradera y un estado general de bienestar.
Es común que las personas confundan la búsqueda de placer con la búsqueda de felicidad o bienestar, ya que existe la idea equivocada de que cuanto más placer experimentemos, más felices seremos. Sin embargo, como hemos visto, la búsqueda constante de placer puede llevar a una sensación de insatisfacción y una mayor dependencia.
La verdadera felicidad y el bienestar están más relacionados con encontrar un equilibrio, tanto en nuestra relación con la comida como en otros aspectos de nuestra vida.
Cambiar nuestros hábitos y nuestra alimentación es un paso importante hacia la verdadera salud. Al reconocer las diferencias entre el placer y el bienestar, podemos tomar decisiones más conscientes sobre qué y cómo comemos. En lugar de buscar constantemente la gratificación instantánea, podemos centrarnos en alimentos nutritivos que nos brindan una sensación de bienestar a largo plazo.
Alimentarnos de manera equilibrada, compartiendo comidas en compañía y disfrutando de la satisfacción que proviene de cuidar nuestro cuerpo y mente, crean salud y felicidad.
Observar y comprender si comemos por placer o por bienestar-felicidad puede ser un punto de partida para cambiar nuestros hábitos alimentarios. La dopamina y la serotonina desempeñan roles diferentes y opuestos en nuestras experiencias y emociones.
Recuerda que la felicidad duradera no está en perseguir constantemente el placer, sino en cultivar una relación saludable con la comida y priorizar nuestro bienestar en general.
Buscar un equilibrio nos proporciona una mayor satisfacción y bienestar en nuestras vidas.
Puedo ayudarte a construir este equilibrio. Reserva tu cita o escríbeme haciendo clic aquí.
Gracias por leerme,
Mireia