Hablemos de procrastinación desde la ciencia 🕑

procrastinación desde la ciencia

La procrastinación, ese hábito de posponer tareas, ha sido objeto de múltiples estudios en los últimos años. Lejos de ser solo un problema de «falta de disciplina», investigaciones recientes sugieren que este comportamiento puede estar profundamente ligado a nuestra forma de gestionar el estrés y las emociones.

Un estudio publicado en Psychological Science destaca que la procrastinación no siempre es producto de la pereza, sino una estrategia de evitación emocional. Al posponer una tarea percibida como difícil o abrumadora, buscamos aliviar temporalmente la incomodidad que esta nos genera. Sin embargo, este alivio es momentáneo y suele incrementar la carga emocional a largo plazo.

Otro hallazgo interesante proviene de la Universidad de Sheffield, que muestra cómo dividir tareas en metas más pequeñas no solo reduce la ansiedad, sino que también aumenta la percepción de logro y la motivación para seguir adelante.

Estos estudios subrayan que la procrastinación no debe ser vista únicamente como un hábito a corregir, sino como un reflejo de nuestras emociones y prioridades. Entender su raíz nos permite abordarla de manera más efectiva y compasiva.

¿Cómo influye la procrastinación en tu campo profesional? Reflexionar sobre esto podría ser un primer paso para optimizar nuestro enfoque hacia el trabajo y el bienestar.

 

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